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Los animales (y no sólo los domésticos) contribuyen a que nuestra vida sea más placentera. Además de ofrecernos su compañía y cariño incondicional, las mascotas nos aportan múltiples beneficios e incluso ayudan a tratar diversas disfuncionalidades. Los terapeutas del siglo XXI no llevan bata. Son peludos y caminan a cuatro patas.
Compartir tu vida con un animal de compañía tiene muchos más beneficios de los que imaginas. Además de recibir su cariño de forma incondicional y ayudarnos sortear la temida soledad, los animales contribuyen a que nuestra vida sea más placentera, saludable e, incluso, longeva. Según una encuesta realizada en 2003 por la división de Salud Animal de la empresa Bayer, más del 80% de las familias españolas propietarias de un perro o un gato consideran que su mascota es una fuente de bienestar. Diversos estudios científicos así lo corroboran: convivir con un animal de compañía ayuda a reducir el nivel de estrés y la presión arterial, potencia la autoestima y la habilidad social de los dueños, y mejora la comunicación y la afectividad dentro del hogar.
En la actualidad, el 42% de las familias españolas poseen un perro o un gato –sin contar otras especies como aves, roedores o reptiles–. En concreto, en España hay censados 4 millones de perros y 3 millones de gatos. Para la mayoría de los dueños, los animales de compañía son “uno más de la familia”. Les bautizamos, acariciamos, cuidamos cuando están enfermos, compartimos con ellos nuestros pensamientos y sentimientos. Y ellos cuidan de nosotros: defienden nuestro hogar, nos apoyan cuando pasamos por bajones anímicos, nos ayudan a sentirnos seguros. Un animal de compañía es un amigo y un compañero que mejora la calidad de vida de todos los miembros de la familia:
Beneficios en los niños:
Fomenta su responsabilidad y es un incentivo para el movimiento, especialmente cuando el niño gatea y aprende a andar. Favorece su creatividad y, gracias al cariño incondicional del animal, acrecienta su autoestima.
Beneficios en los adultos:
Es un espejo que refleja cómo somos y estamos. Nos ayudan a aceptarnos tal y como somos. Reducen el nivel de estrés y ansiedad.
Beneficios en los ancianos:
Mejora la autoestima y la percepción de bienestar. Incrementa las ganas de vivir y fomenta el ejercicio físico. Su compañía reduce la tensión arterial y regula las funciones cardiacas.
Con la compañía de los perros aprendemos el significado más puro de las palabras fidelidad, honestidad y lealtad, así como la defensa del territorio. Los gatos nos enseñan a ser independientes y cómo estar alerta en los momentos de relajación. Los caballos transmiten fuerza y nobleza en su contacto con el ser humano y nos ayudan a mejorar nuestras relaciones interpersonales y nuestra autoestima. De los delfines aprendemos su sentido lúdico de la vida, a compartir juegos y a relajarnos
Hoy en día, algunos terapeutas no llevan bata. A veces son peludos y tienen cuatro patas. Otras, tienen aletas y una piscina como casa. Perros, caballos, gatos y delfines, principalmente, son utilizados como parte integral de programas dirigidos a tratar disfuncionalidades como el autismo, la timidez patológica, la agresividad, el síndrome de Down y la parálisis cerebral. Son las llamadas Terapias Asistidas por Animales de Compañía (TAAC).
Las TAAC consisten en la interacción entre un terapeuta especializado, un animal bien cuidado y una persona que pide ayuda y a la que se considere que un animal le puede ayudar. Este tipo de terapias tienen “un reconocimiento terapéutico demostrado”, asegura Vicente Cuairán, de la Fundación ANTA (Asociación Nacional de Terapias y Actividades Asistidas por Animales) y vienen desarrollándose desde hace más de veinte años en EE UU y Gran Bretaña. En estos países se han llevado a la práctica con éxito proyectos con animales en hospitales, centros penitenciarios, instituciones psiquiátricas y residencias de la tercera edad. En España, su implantación es reciente pero “cada vez están siendo más consideradas tanto por los familiares de los pacientes como por parte de los profesionales”, señala Cuairán.
En las TAAC el animal se convierte en un instrumento terapéutico, en un auténtico co-terapeuta. No existe un animal específico para cada problema. La elección del mismo dependerá de sus características –cada animal tiene unas condiciones específicas a nivel físico, psíquico y social–, de la disfunción a tratar, del nivel de interacción y responsabilidad que se quiera dar al paciente, y de los gustos de éste.
Pero, ¿cuál es el motivo de esta beneficiosa y sorprendente interacción entre el ser humano y los animales? Según Isabel Salama, psicóloga clínica y psicoterapeuta especializada en la implantación de TAAC, “el contacto con los animales nos hace revivir los sentimientos más nobles y de interacción con el mundo, nos hace comprender que somos parte integral de él. Aprendemos que tenemos un sitio. Ellos nos enseñan a descubrir quienes somos y porqué estamos aquí y ahora. Nos conducen hacia nuestro presente”. Y, sobre todo, nos ayudan a aceptarnos como personas. “Esto es debido –apunta Salama– a que los animales nos aceptan tal y como somos. Ya podemos ser gordos, delgados, altos, bajos, ricos o pobres. Nos aceptan y nos emiten señales de ánimo cuando no nos encontramos en nuestro mejor momento”.
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